París, 20 de Abril de 1990
Querido mi sueño:
Nunca me había sentido igual. ¿Cómo una noche duermes sólo, triste y sin más y a la siguiente deseas volar? Sobre una enorme montaña. Todo frondoso, verde bosque de naturaleza que te deja helado. Al final del camino, un río. Un hermoso río de incertidumbre y deseo. ¿Quién soy yo y para qué vengo? Dejé ya ese río y esa montaña, no era más que un encuentro. El destino va hacia otra parte. Me llevó un día a París, como una ola lleva un cuerpo. Dicen que es la ciudad del amor, ¿tú lo crees? Porque yo pienso que cada rincón del mundo tiene amor. La vida es amor, pero, ¿por qué lo destruimos sin darnos cuenta? Aun estando en París, lejos de ti siento frío. Mis sueños ya no son cálidos si no me inspiras libertad. Sueño con morir bajo el agua, siempre congelada. Morir bajo el agua. Descanso eterno. Descomposición lenta. Alma blanca. Espíritu rojo. Deshacerte poco a poco. Gélida y fría. Tenue deseo. Montañas inclinadas. Valles de desiertos. Árboles talados. Fuego de veneno. Mar roto. Caídas las hojas. Verde el prado. Negro el cielo. Morir bajo el agua, morir sin dolor atroz. Morir bajo el agua, cánticos angelicales. Morir bajo el agua, llorar sangre. Morir bajo el agua, gritar ruidos. Morir bajo el agua, humo gris. Nunca te dejes morir bajo el agua. El cielo no acoge cadáveres mojados, el cielo no admite personas de labios azulados. Oscuro llanto. Deja de respirar. Muerte seca. Voz infernal. Lágrimas doradas. Perdido el perdón. No dejes que tu cuerpo se hunda, llévalo a flote. Derrite la lujuria de morir bajo el agua, pues desaparecerás. Mas teniendo esta pesadilla cada noche oscura, durante el día soleado y placentero pienso en ti como Dios en su cielo. Imagino llevarte un ramo de azucenas, ver como el viento agita tu pelo, tu sonrisa amplia y preciosa, oírte decir que te encanta la lluvia, oler tu perfume cada mañana y escuchar tu voz como la de un hada. Te recuerdo. Tus ojos castaños, tu piel morena, tu cuerpo perfecto, tus manos calientes. Algún día volaré sobre aquella montaña, y abandonaré París. Dejaré de soñar con la muerte y volveré a casa. Sólo quiero estar a tu lado, poder sentir tu alma, tus latidos, tu respiración. Escribo esta carta para en cada palabra confesarte claramente que te amo. El primer día que te vi y te miré a los ojos, vi tu buena fe, tu persona, tu interior. Te vi el alma. Supe entonces que serías mi vida. Cada amanecer que despierto pienso en ti y lloro tu ausencia, fingiendo estar bien. Te amo, Ángela, como a nadie en el mundo podré amar. Es cosa de todos, y se da en cualquier parte, en cualquier momento. Deseo amarte más allá del pensamiento. Eres lo más bello de mi vida. Te espero, con lágrimas en mi rostro. Te cantaré aquella canción, te contaré aquella historia. Haré todo cuanto esté en mi mano, porque no me rindo, y velo por ti. Estoy enamorado como el mar de la orilla. Piensa que es la única vida que podemos compartir. Si te veo, me siento feliz.
Una profunda mirada, Ángel